7 oct 2009

REALISMO-NOMINALISMO-EL PROBLEMA DE LOS UNIVERSALES-ONCE

EL PROBLEMA DE LOS UNIVERSALES

Recibe este nombre el problema, clásico en filosofía, de determinar qué tipo de entidad, o realidad, les compete a los términos universales. ¿Qué es, en realidad, «humanidad»? ¿Qué es verdaderamente «hombre»? Tras estos interrogantes, se halla como telón de fondo, la pregunta sobre qué clases de cosas existen. Como de ciertas cosas es obvio afirmar que existen, el problema se centró, teóricamente, en aquellas cuya existencia o inexistencia era problemático afirmar. W.V.O. Quine formula una cuestión similar preguntándose, en un conocido trabajo, «acerca de lo que hay». La respuesta de Platón era: «las Ideas existen»; la de Aristóteles, que «existen sustancias compuestas de materia y forma».

Históricamente, la polémica surge en el s. XI, en el seno de la filosofía escolástica medieval, pero sus antecedentes históricos se hallan en los comentarios de Porfirio (Isagoge) a Aristóteles, y en los comentarios de Boecio a Porfirio. El primero plantea inicialmente el problema: si los universales existen; si existen, existen separados de las cosas o no; si existen separados de las cosas, qué son. Boecio -«último de los romanos»-, considerado el punto de enclave entre el mundo antiguo y el medieval, transmite las preguntas que suscitaron, en la mente de los medievales, la existencia separada de las formas platónicas. Las posturas adoptadas ante la cuestión, en tiempos medievales y en la actualidad, son las tres siguientes:

a) Realismo extremo o platonismo: la afirmación de que los universales existen realmente, como las ideas platónicas.

b) Realismo moderado o conceptualismo: la afirmación de que sólo existen como entidades mentales o conceptos, a los que en la realidad corresponden propiedades de las cosas.

c) Nominalismo: la afirmación de que los universales no son más que nombres; sólo existen individuos (y, si acaso, para la filosofía moderna, algunas entidades abstractas -las menos posibles- como las clases de animales, entre otras).

El primer autor medieval que opinó sobre la cuestión fue Roscelino, que sostuvo la tesis de que los universales son sólo una «emisión de voz», acentuando que los predicables no son sino sonidos, (flatus vocis), nombres (fonemas). Abelardo, discípulo primero de Roscelino y luego de Guillermo de Champeaux, se opuso tenazmente a la postura de realismo exagerado sostenida por este último. Para Abelardo, sólo existe lo individual, y sólo las palabras pueden ser universales; es el significado lo que les da universalidad.

El realismo moderado, inspirado en Aristóteles y Avicena, y cuyo representante más notable es Tomás de Aquino, sostiene que los universales existen como formas -esencia, naturaleza- de las cosas individuales. Esta postura supone una elaborada teoría de la abstracción y de la constitución de las cosas por materia y forma, de inspiración aristotélica. El resultado es que lo universal no existe separado de las cosas, pero existe como esencia o naturaleza de cada cosa de la que se afirma: la «humanidad» no existe separada; sólo existe en la naturaleza de Pedro, Juan y Ana. Por lo mismo, el universal es también un concepto abstracto, porque por su medio conocemos lo que son (quo est) los individuos, los únicos que son (quod est). A esto se une la afirmación de que los universales existen también en la mente divina, a modo de arquetipos, o ideas ejemplares, (tesis ya defendida por san Agustín), ordenados a la creación.

Al realismo se opone la nueva lógica de Guillermo de Occam. Igual como sostenían los nominalistas anteriores, no existe nada fuera de la mente que sea universal; todo lo que existe es individual. Para explicar, no obstante, el conocimiento, además de crear una nueva teoría del conocimiento intuitivo del singular, crea una teoría lingüística de los términos lógicos. Un término, un nombre, es una vox (voz), en el sentido de producto fonético, o un sermo, o vocabulum, emisión de voz con significado; éste convierte una vox en un sermo. El significado le llega a un término por la suppositio simplex: capacidad de un término para significar a muchos individuos concretos. La mente posee la capacidad natural de convertir en signo de muchos lo que ha sido conocido intuitivamente como un objeto particular. Así, lo universal es sólo mental y, en los individuos, nada hay de universal o común, de la misma manera que no hay «esencias». A un universal de la mente sólo le corresponde, por una parte un nombre y, por otra, una colección de individuos.

Entre los filósofos modernos se repiten las posturas clásicas de los escolásticos -que se reducen en la práctica a dos: realismo y nominalismo- en el intento de responder a la pregunta acerca de «qué cosas, de las que hablamos, existen»; cuestión, por lo demás, relacionada con los problemas del realismo científico.

Entre los autores realistas, hay que mencionar a Charles Sanders Peirce, Gottlob Frege, George E. Moore, Bertrand Russell y Rudolf Carnap, entre los principales. Ente los nominalistas, pueden enumerarse, también entre los más significados, Ludwig Wittgenstein, John L. Austin, Peter F. Strawson, Willard Van Orman Quine y Nelson Goodman.

REALISMO – NOMINALISMO

La resolución de este problema dividió a los filósofos en dos bandos:

ü Los realistas: para ellos el universal existía como cosa. Afirmaban que la existencia de las cosas se fundaba en la existencia de los universales, y si existía el mundo, era porque existían previamente los universales. Los universales estaban en la mente divina como ideas o esencias de las cosas.

El principal realista fue Tomas de Aquino (1225-1274), para quien los universales existían en la mente divina, y eran la estructura inteligible de las cosas que el alma aprehendía por abstracción.

Dicho de otro modo, el realismo sostiene la creencia de que existe un mundo externo (realismo ontológico) y que puede ser conocido (realismo epistemológico). Esta tesis puede ser interpretada desde dos posiciones, la primera denominada realismo ingenuo, es decir, la creencia fundamentada en el sentido común, que sostiene que existe un mundo real y que es sustancialmente tal como lo percibimos. Las cosas, según este realismo naïfe, no sólo poseen una forma determinada y una posición en el espacio, sino que además son verdaderamente rugosas o lisas, sabrosas o perfumadas, de colores, etc. Este realismo sostiene, por tanto, que el mundo real coincide con el mundo percibido y que es independiente del sujeto. De otra parte, el realismo filosófico (critico) sostiene con argumentos la existencia de un mundo real independiente del pensamiento y de la experiencia, pero no afirma que percibamos el mundo tal como es en realidad, sino que establece distinciones y matices respecto a la manera como es percibido.

ü Los nominalistas, en cambio, consideraban que los universales no eran reales sino abstracciones de la inteligencia. Para ellos, suponer la existencia de los universales significaba limitar el pensamiento y el poder de Dios.

Según Guillermo de Ockham (1298-1349), principal nominalista, los universales, más que flatus vocis, eran instrumentos del lenguaje (términos), que remplazaban o tomaban el lugar de las cosas cuando se hablaba de ellas. En este sentido, los universales no hacían referencia a grupos de cosas, sino que eran términos que significaban cosas individuales. No era necesario considerar la existencia de estructuras intermedias entre el lenguaje y las cosas -como afirmaban los realistas-, sino solo considerarlos como instrumentos, sin existencia propia.

La disputa solo se resolvió elaborando nuevas concepciones de la realidad. Esto fue lo que sucedió entre los siglos XVI y XVII, cuando los filósofos modernos cambiaron el fundamento de la realidad, y lo identificaron con el sujeto, en lugar de Dios.

ACTIVIDADES:

Leo atentamente el siguiente fragmento de la novela EI nombre de la rosa, de Umberto Eco. Analizo las preguntas que aparecen al final del texto (estas son pistas para la reflexión) y resuelvo la pregunta correspondiente al punto dos. Argumento mi respuesta.

La respuesta debo enviarla al siguiente correo electrónico (hasta el martes 13 de octubre): miprofesorfavorito@gmail.com

-Sin embargo -dije-, cuando leísteis las huellas en la nieve y las ramas aun no conocíais a Brunello. En cierto modo, esas huellas nos hablaban de todos los caballos, o al menos, de todos los caballos de aquella especie. ¿No deberíamos decir, entonces, que el libro de la naturaleza nos habla solo por esencias, como enseñan muchos teólogos insignes?

-No exactamente, querido Adso -repondio el maestro-. Sin duda, aquel tipo de impronta me hablaba, si quieres, del caballo como verbum mentis (palabra en la mente), y me hubiera hablado de él en cualquier sitio donde la encontrara. Pero la impronta en aquel lugar y en aquel momento del día me decía que al menos uno de todos los caballos posibles había pasado por allí. De modo que me encontraba a mitad de camino entre la aprehensión del concepto de caballo y el conocimiento de un caballo individual. Y, de todas maneras, lo que conocía del caballo universal procedía de la huella, que era singular. Podría decir que en aquel momento estaba preso entre la singularidad de la huella y mi ignorancia, que adoptaba la forma bastante diáfana de una idea universal. Si ves algo de lejos, sin comprender de qué se trata, te contentaras con definirlo como un cuerpo extenso. Cuando estés un poco más cerca, lo definirás como un animal, aunque todavía no sepas si se trata de un caballo o de un asno. Si te sigues acercando, podrás decir que es un caballo, aunque no sepas si se trata de Brunello o de Favello. Por último, solo cuando estés a la distancia adecuada veras que es Brunello (. . .). Este será el conocimiento pleno, la intuición de lo singular.

1. Pistas para la reflexión individual:

a. ¿Las huellas de un caballo sobre la nieve, hacen referencia al universal caballo o a algún caballo en particular? Explico.

b. ¿La huella de caballo pertenece al género de las cosas universales o de las particulares?

Explico.

c. ¿Qué valor se le da en el texto al conocimiento por los universales?

2. Según lo que permite ver el texto, ¿a qué bando de la disputa sobre los universales crees que pertenece el maestro? ¿La de los realistas o a los nominalistas?

Si tuvieras que elegir entre estas dos posiciones ¿cual crees que sería la más acertada?

6 comentarios: