En la vida cotidiana empleamos a menudo la expresión “todo el mundo debería de hacer X”, siendo X una gran cantidad de acciones posibles. Como es de los valores que estamos tratando, vamos a sustituir X por algunos de los valores, y también reemplazaremos la frase anterior por esta otra: “todo el mundo debería tratar de realizar el valor X”. Veremos como el resultado es interesante.
La simpatía
Si yo digo que “todo el mundo debería ser simpático”, pues con un poco de reflexión terminaré por darme cuenta de que acabo de decir una soberana tontería.
Hay personas simpáticas y otras que no lo son, pero esto no deja de ser una peculiaridad de su carácter, que difícilmente podemos pretender universalizar en el sentido de exigencia. Naturalmente, más vale ser simpático que antipático, porque la simpatía hace la vida agradable. Sin embargo, un canalla puede ser simpatiquísimo, y estar tratando a sus víctimas con toda amabilidad, a la vez que las engaña o explota. Por eso, si alguien nos advierte que un individuo muy simpático es a la vez un hipócrita, que nos trata con toda afabilidad y nos desacredita por la espalda, nos cuidaremos mucho de acercarnos a él y acabaremos reconociendo que es mejor que las personas sean simpáticas, pero que, si no lo son, tampoco es grave. En cambio, lo que sí afirmaremos con toda convicción es que las personas no deberían ser hipócritas, porque la hipocresía no es una peculiaridad más del carácter una persona, sino una característica que lo deshumaniza.
La justicia
Sometamos ahora el valor de la “justicia” al test que venimos practicando, componiendo, con todo rigor, la proposición: “debería haber justicia en este mundo”. Y he aquí que nos encontramos a una persona que nos dice: “mire usted, yo no soy justo porque no quiero”.
Ciertamente, sería de agradecer su sinceridad (hasta una persona injusta puede tener valores!!!). Ahora bien, ¿qué diríamos a nuestro interlocutor? Supongamos que le preguntamos sencillamente: ¿y por qué no quiere usted ser justo?, y también supongamos que él replica ante nuestro asombro: “porque la justicia es un valor que no aprecio ni practico y que no me gustaría que formara parte de mi carácter”.
Ciertamente, estas cosas pueden decirse por llamar la atención, o escribirse para vender libros, pero si nuestro interlocutor está hablando en serio, no creo que nos contentáramos por contestar: “¡Ah, bueno!, porque si a usted no le gusta pues no hay más que callar”. Parece que más bien, implícita o explícitamente, le daríamos a entender que el valor de la justicia no es de los que forman parte de las peculiares individuales, sino que no aspirar a él significa perder humanidad. Pero, puede ser que a pesar de que esa persona pueda entender perfectamente lo que le decimos, sin embargo, siga siendo injusto y no quiera serlo. Lo anterior es una muestra de una de las grandes dificultades del ser humano: que sus problemas no son de entender las cosas sino de quererlas hacer, es decir, que gran parte de los problemas que el ser humano tiene son problemas de voluntad. De manera que alguien puede entender a la perfección lo que es la justicia y por qué la justicia es un valor moral y, sin embargo, a la vez ser la persona más injusta que existe. ¡Menudo problema en el que estamos metidos los seres humanos!
Volviendo al tema, mientras una persona sea fea o no tenga ciertas habilidades que otros sí tienen, no por eso pierden humanidad, pero sí pierde humanidad el injusto, como lo hace quien es esclavo, pudiendo ser libre, quien es desleal, hipócrita o servil. De manera que justicia, libertad y respeto a sí mismo pertenece a un tipo de valores que reúnen al menos los siguientes requisitos:
a. La posibilidad de realizarlos está en nuestras manos y por eso cae dentro de nuestra libertad
b. No son simples rasgos del carácter particular, sino que piden ser universalizados.
c.Quien se los apropia crece en humanidad
Todo esto está en estrecha relación con la afirmación kantiana de que hay seres que son valiosos en sí mismos, mientras que otros son valiosos para otras cosas. Aquí es donde entra otra acepción del término “valor”, que en este caso significa “humanizar”, eso significa potenciar a los seres que son valiosos en sí mismos, es decir, cualquier persona, incluidos nosotros mismos, mientas que “deshumanizar” significa instrumentalizar a ese mismos seres.
De manera que sólo los seres humanos son fines en sí mismos mientras que si los usamos entonces los instrumentalizamos y los convertimos en medio para otros fines y al usarlo como medio lo deshumanizamos. De esta forma, parece que es mejor quitarse de la cabeza los criterios de “bueno” y “malo” para discernir la vida ética como sabiduría de vida o saber vivir para dar paso a los criterios “humaniza” o “deshumaniza”, pero aplicados para sí mismo, es decir, “me humaniza” o “me deshumaniza”. Así, de este modo llegamos a la expresión “digno” como lo que merece un cierto tipo de trato: en este caso, lo digno es lo que merece ser respetado y ayudado, de forma que cualquier aparente valor que vaya en contra de una persona dejará de poder ser considerado como tal, pues el ser humano, por el hecho de ser humano, al menos en principio, es digno de valor y respeto, aunque queda abierto el debate cuando una persona hace acciones en contra de su propia dignidad como persona. En fin, ya sabemos que le ética es un saber problemático.
Conclusión: valores universales más allá del relativismo
La justicia, la libertad, la solidaridad, la responsabilidad, el amor y el respeto de sí mismo, son valores válidos para todo ser racional, son universales, se podrían exigir para cualquier persona con independencia de su cultura, costumbres o religión, y están directamente relacionados con la humanización o deshumanización de las personas; por eso es que esos valores se pueden llamar valores morales. Desde estos valores morales es que se pueden poner en cuestión las normas existentes a nuestro alrededor en nuestras sociedades concretas y sirven como criterio moral.
De allí que el relativismo moral se ponga en cuestión, pues apelando a la razonabilidad de estos valores y lo que en ellos se desea para el género humano, una cosa es que estos valores no me agraden, y otra muy distinta es que así me agraden o no, ellos son exigibles para cualquier persona en condiciones normales sin importar, como ya se dijo, su condición social, su cultura o su religión.
ACTIVIDADES:
Esta actividad te ayudará a mantener la concentración, interpretación y comprensión de lectura en un buen nivel.
1. Elaboro en mi cuaderno una reseña crítica del contenido del texto anterior siguiendo las siguientes pautas: identifico el tema que aborda el texto, la tesis planteada por la autora y los argumentos sobre los que se sostiene dicha tesis.
2. Identifico 4 conceptos claves a través de los cuales la autora del texto desarrolla su planteamiento, los consigno en mi cuaderno y elaboro una definición para cada uno. Dicha definición debe estar sujeta al uso que de cada concepto hace la autora en el texto.
3. Leo atentamente la siguiente caricatura, analizo su contenido y explico qué problemática plantea.

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