21 may 2009

ORACIÓN SOBRE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE (Fragmento)

1. Realizo y analizo la lectura que aparece a continuación.

Dios Padre, el supremo Arquitecto, había ya construido, conforme a las leyes de su misteriosa sabiduría, este hogar cósmico que contemplamos y que es el templo sacrosantísimo de su divinidad. Había adornado con inteligencias la región situada por encima de los cielos, vivificó a las esferas celestes con almas eternas y llenó con una multitud de animales de todas clases las partes excrementales y corrompidas del mundo inferior. Pero, cuando se concluyó su trabajo, el Artífice quiso que hubiera alguien que ponderara el plan de tan grande obra, que amara su belleza y se admirara de su grandiosidad. Así, pues, cuando todo estuvo hecho (como testifican Moisés y Timeo) pensó Él después en la creación del hombre. Pero no había ninguno entre sus arquetipos que pudiera servirle para modelar un nuevo vástago, ni había nada entre sus tesoros que pudiera regalar como herencia a su nuevo hijo, ni había en todo el mundo sitio en donde pudiera éste aposentarse para contemplar el universo. Todo estaba completo; todas las cosas habían sido distribuidas en órdenes superiores, medios e inferiores. Pero no iba a fracasar en su creación final, como si se hubiera agotado el poder del Padre. No se iba a debatir su sabiduría en la necesidad, privada de consejo. No iba a ser su benévolo amor el que tuviera que verse condenado precisamente dentro de aquel mismo que había de alabar la generosidad divina de Dios para con los demás.

 

Al fin, el mejor de los artesanos ordenó que aquella criatura, a quien Él no había podido dar nada que fuera suyo propio, poseyera en conjunto todo lo que perteneciera peculiarmente a cada una de las diferentes clases de seres. Tomó, por consiguiente, al hombre como criatura de la naturaleza indeterminada y, asignándole un lugar en medio del mundo, se dirigió a él con estas palabras:

 

No te hemos dado, Adán, una morada fija, ni una forma que te pertenezca a ti solo, ni una función peculiar tuya, para que, de acuerdo con tu antojo y de acuerdo con tu juicio, puedas tener y poseas la morada, la forma y las funciones que desees. La naturaleza de los otros seres está limitada y constreñida dentro de los límites de las leyes prescritas por nosotros. Tú, que no estás confinado por ningún límite, que será conforme a tu propia y libre voluntad, en cuyas manos te hemos puesto, fijarás por ti mismo los límites de tu naturaleza Te hemos puesto en el centro del mundo para que puedas desde allí observar más fácilmente todo lo que hay en él. No te hemos hecho de cielo ni de tierra, ni moral ni inmoral, para que, en libre elección y honorablemente, como hacedor y modelador de ti mismo, puedas configurarte a ti mismo como prefieras. Tendrás el poder, gracias al juicio de tu alma, de remonIar1e a las formas más altas, que son divinas.

 

iOh suprema generosidad de Dios padre, oh sublime y maravillosísima felicidad del hombre! Pues que le ha concedido a éste tener lo que elija, ser lo que quiera. Las bestias, tan pronto como nacen (dice Lucilio), traen, con ellas desde el vientre de su madre todo lo que han de poseer en adelante. Los seres espirituales, sea desde el principio o muy poco después, son ya lo que van a ser por siempre jamás. Al hombre, cuando viene a la vida, el Padre le confiere las semillas de todo y los gérmenes de cada uno de los modos de vida. Cuales sean las semillas que cada hombre cultive, tales madurarán y darán en él su propio fruto. Si sin vegetativas, será como una planta. Si sensitivas, se hará bestial. Si racionales, se tornará un ser celestial. Si intelectuales, un ángel y un hijo de Dios. Y si, dichoso allí donde no hay criaturas creadas, se retira al centro de su propia unidad, su espíritu lo superará todo haciéndose uno con Dios, en las solitarias tinieblas de Dios, que está colocado sobre todas las cosas. ¿Quién no podría admirarse de éste nuestro camaleón? ¿Hay algo más digno de admiración? Es el hombre que Esculapio de Atenas, al discurrir sobre la mutabilidad de su carácter y su naturaleza autotransformante, dice con acierto que estaba simbolizado por Proteo en los misterios. He aquí aquellas metamorfosis famosas entre los hebreos y los pitagóricos.

 

2. Resuelvo:

a)    ¿Qué concepto del hombre nos da Pico Della Mirandola en este texto?

b)    ¿Qué diferencias se pueden establecer, a partir de este texto, entre la visión del hombre que encontramos en la Edad Media y la propia del Renacimiento?

c)    La visión del hombre que nos da el autor de este texto, ¿es optimista?, ¿es pesimista?

Fundamenta tus respuestas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario