¿QUÉ HACE MORAL UN VALOR?*
El mundo de los valores: un mundo extremadamente variado
El tema de los valores es un tema problemático. Es problemático porque es variado, complejo, y a veces, bajo una mirada apenas sencilla, se puede caer en pensar de que el tema de los valores se resuelve pensando que todo es relativo sea a una cultura o a una sociedad determinada. Sin embargo, podemos partir del siguiente punto: existen diversos tipos de valores, pero hay algunos que tienen unas características especiales y que por eso se pueden llamar valores morales.
Cuando las personas dicen que “se han acabado los valores” o que “estamos en una crisis de valores”, no se dan cuenta que los valores no se pueden acabar por la sencilla razón de que mientras el ser humano exista, él siempre va a tener profundas aspiraciones personales y sociales que tienen que ver con el progreso personal y social; otra cosa es decir que lo que antes se valoraba ahora puede que ya no tenga el mismo valor, pero una cosa muy distinta es afirmar que “hoy en día no hay valores”. De modo que sí los hay, pero cada vez son tan diversos que parece imposible creer que haya unos que tengan alguna característica especial que los diferencie de otros, que la salida fácil a este problema es decir que “todo es relativo”.
Existen distintos tipos de valores y también existen diversas formas de clasificarlos, pero para comenzar por algún punto, es necesario que se proponga alguna clasificación de los valores no porque sea absoluta, sino porque hay que partir desde algún punto para comenzar el análisis reflexivo sobre los valores. De este modo, digamos que existen diversas clases de valores:
- Sensibles: placer, alegría
- Útiles: capacidad, eficacia
- Vitales: salud, fortaleza
- Intelectuales: verdad, conocimiento
- Morales: justicia, libertad, igualdad, solidaridad
- Religiosos: fe, mística
Como se puede apreciar, a esta tabla que se ha presentado aquí hay que hacerle los respectivos análisis para saber por qué unos son considerados valores morales y otros no. Para empezar, estos valores se especifican al menos por tres factores que son los siguientes:
- Dependen de la libertad humana, lo cual significa que está en nuestras manos la posibilidad de realizarlos, pues ser feo o guapo o tener ciertas capacidades y otras no, no dependen, en parte, de lo que está en nuestras manos, pero ser solidario o no sí depende de nosotros.
- Precisamente porque dependen de la libertad humana, estos valores no pueden atribuírseles a los animales ni a las plantas ni a los minerales, por eso se puede decir que estos seres son amorales, es decir, que no se les puede atribuir responsabilidad moral por sus actos.
- Una vida sin valores está falta de humanidad, por eso los universalizaríamos: es decir, estamos dispuestos a defender que cualquier persona debería intentar realizarlos. Esto no significa en modo alguno que una persona servil, hipócrita o mendaz deje por eso de ser persona. Significa más bien que ha renunciado al proyecto de humanidad que los seres humanos hemos ido descubriendo a través de los siglos de historia como superior a otros, porque es el que mejor acondiciona nuestro mundo para hacerlo habitable.
Ahora bien, es propio de la vida moral no sólo aquellos valores que llamamos morales, sino también la disposición y el carácter de la persona que quiere hacer visible o “encarnar” cualquiera de los otros valores de salud, belleza, inteligencia, etc.
Por eso la dificultad fundamental consistirá ahora en aprender a discernir y distinguir cuándo un valor es un valor moral, o, en otras palabras, a responder a la pregunta ¿qué es lo estrictamente “moral” de un valor? Pues no todo valor es un valor moral como acabamos de ver.
UN TEST PARA LOS VALORES
En la vida cotidiana empleamos a menudo la expresión “todo el mundo debería de hacer X”, siendo X una gran cantidad de acciones posibles. Como es de los valores que estamos tratando, vamos a sustituir X por algunos de los valores, y también reemplazaremos la frase anterior por esta otra: “todo el mundo debería tratar de realizar el valor X”. Veremos como el resultado es interesante.
La simpatía
Si yo digo que “todo el mundo debería ser simpático”, pues con un poco de reflexión terminaré por darme cuenta de que acabo de decir una soberana tontería. Hay personas simpáticas y otras que no lo son, pero esto no deja de ser una peculiaridad de su carácter, que difícilmente podemos pretender universalizar en el sentido de exigencia. Naturalmente, más vale ser simpático que antipático, porque la simpatía hace la vida agradable. Sin embargo, un canalla puede ser simpatiquísimo, y estar tratando a sus víctimas con toda amabilidad, a la vez que las engaña o explota. Por eso, si alguien nos advierte que un individuo muy simpático es a la vez un hipócrita, que nos trata con toda afabilidad y nos desacredita por la espalda, nos cuidaremos mucho de acercarnos a él y acabaremos reconociendo que es mejor que las personas sean simpáticas, pero que, si no lo son, tampoco es grave. En cambio, lo que sí afirmaremos con toda convicción es que las personas no deberían ser hipócritas, porque la hipocresía no es una peculiaridad más del carácter una persona, sino una característica que lo deshumaniza.
La justicia
Sometamos ahora el valor de la “justicia” al test que venimos practicando, componiendo, con todo rigor, la proposición: “debería haber justicia en este mundo”. Y he aquí que nos encontramos a una persona que nos dice: “mire usted, yo no soy justo porque no quiero”. Ciertamente, sería de agradecer su sinceridad (hasta una persona injusta puede tener valores!!!). Ahora bien, ¿qué diríamos a nuestro interlocutor? Supongamos que le preguntamos sencillamente: ¿y por qué no quiere usted ser justo?, y también supongamos que él replica ante nuestro asombro: “porque la justicia es un valor que no aprecio ni practico y que no me gustaría que formara parte de mi carácter”.
Ciertamente, estas cosas pueden decirse por llamar la atención, o escribirse para vender libros, pero si nuestro interlocutor está hablando en serio, no creo que nos contentáramos por contestar: “¡Ah, bueno!, porque si a usted no le gusta pues no hay más que callar”. Parece que más bien, implícita o explícitamente, le daríamos a entender que el valor de la justicia no es de los que forman parte de las peculiares individuales, sino que no aspirar a él significa perder humanidad. Pero, puede ser que a pesar de que esa persona pueda entender perfectamente lo que le decimos, sin embargo, siga siendo injusto y no quiera serlo. Lo anterior es una muestra de una de las grandes dificultades del ser humano: que sus problemas no son de entender las cosas sino de quererlas hacer, es decir, que gran parte de los problemas que el ser humano tiene son problemas de voluntad. De manera que alguien puede entender a la perfección lo que es la justicia y por qué la justicia es un valor moral y, sin embargo, a la vez ser la persona más injusta que existe. ¡Menudo problema en el que estamos metidos los seres humanos!
Volviendo al tema, mientras una persona sea fea o no tenga ciertas habilidades que otros sí tienen, no por eso pierden humanidad, pero sí pierde humanidad el injusto, como lo hace quien es esclavo, pudiendo ser libre, quien es desleal, hipócrita o servil. De manera que justicia, libertad y respeto a sí mismo pertenece a un tipo de valores que reúnen al menos los siguientes requisitos:
- La posibilidad de realizarlos está en nuestras manos y por eso cae dentro de nuestra libertad
- No son simples rasgos del carácter particular, sino que piden ser universalizados.
- Quien se los apropia crece en humanidad
Todo esto está en estrecha relación con la afirmación kantiana de que hay seres que son valiosos en sí mismos, mientras que otros son valiosos para otras cosas. Aquí es donde entra otra acepción del término “valor”, que en este caso significa “humanizar”, eso significa potenciar a los seres que son valiosos en sí mismos, es decir, cualquier persona, incluidos nosotros mismos, mientas que “deshumanizar” significa instrumentalizar a ese mismos seres.
De manera que sólo los seres humanos son fines en sí mismos mientras que si los usamos entonces los instrumentalizamos y los convertimos en medio para otros fines y al usarlo como medio lo deshumanizamos.
De esta forma, parece que es mejor quitarse de la cabeza los criterios de “bueno” y “malo” para discernir la vida ética como sabiduría de vida o saber vivir para dar paso a los criterios “humaniza” o “deshumaniza”, pero aplicados para sí mismo, es decir, “me humaniza” o “me deshumaniza”. Así, de este modo llegamos a la expresión “digno” como lo que merece un cierto tipo de trato: en este caso, lo digno es lo que merece ser respetado y ayudado, de forma que cualquier aparente valor que vaya en contra de una persona dejará de poder ser considerado como tal, pues el ser humano, por el hecho de ser humano, al menos en principio, es digno de valor y respeto, aunque queda abierto el debate cuando una persona hace acciones en contra de su propia dignidad como persona. En fin, ya sabemos que le ética es un saber problemático.
ACTIVIDAD
Luego de realizar la lectura del texto que me corresponde, resuelvo los siguientes puntos:
1. Realizo una reseña del texto.
2. Identifico dos conceptos claves del texto y elaboro una definición para cada uno de acuerdo con la propuesta de la autora.
3. Resuelvo la siguiente pregunta:
a) ¿Qué caracteriza la justicia como un valor moral? (Texto ¿Qué hace un valor moral?)
b) ¿Qué hace moral un valor? (Texto “un test para los valores”)
BIBLIOGRAFIA
* Texto tomado y adaptado de: Cortina, Adela. El mundo de los valores. Ética mínima y educación. Editorial El Buho. Bogotá – Colombia. 1997
Cortina, Adela. El quehacer ético. Guía para la educación moral. Aula XXI – Santillana. Madrid. 1996
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